Descripción
El yodo es el mineral indispensable que nunca puede faltar si quieres que la glándula tiroides fabrique hormonas tiroideas. Recuerda que necesitas como mínimo aportar 80 microgramos de yodo cada día para cubrir la demanda fisiológica de tu organismo. El ambiente que te rodea está lleno de bociógenos que impiden la absorción de yodo (fitoestrógenos, flúor, bromo, percloratos, tiocianatos, cloraminas, medicamentos)
Estas situaciones reducen el aprovechamiento del yodo y te dejan en la estacada. Soy partidario de complementar la dieta con complementos de yodo. Al menos 150 microgramos al día. Si tomas más de 400 microgramos de yodo, tienes que acompañarlo de selenio para evitar que suban los anticuerpos contra la tiroglobulina o que el yodo se acumule en la membrana basal de los tirocitos, formando nódulos.
Para que el yodo se interne en la tiroides asegúrate que no estás intoxicada o intoxicado con metales pesados. Debes realizarte un estudio del cuero cabelludo y revisar los niveles que tienes de arsénico, plomo, cadmio y mercurio. El aluminio desplaza al yodo del transportador NIS y facilita su excreción por vía renal.
El yodo también lo necesitas si estás en lactancia. El bebé necesita yodo y éste se acumula en la glándula mamaria. Evitarás además que te salgan heridas en el pezón y que los niveles altos de prolactina estimulen la aparición de quistes. Si hay niveles altos de estrógeno, necesitas más yodo.
El yodo reduce la hipertrofia de la próstata y las infecciones bacterianas en el tracto final del intestino. El yodo tiene un poder antioxidante 10 veces más potente que la vitamina C. La vitamina C a su lado es un meme. El yodo cuando circula por la sangre neutraliza gran cantidad de micotoxinas, lipopolisacáridos y gérmenes. La cosa es que su vida es efímera, ya que normalmente el yoduro es el que está presente en la sangre y no el yodo elemental.
No tomes altas cantidades de yodo sin supervisión ni asesoramiento. Empieza por 150 microgramos y comprueba que tal te sienta. Las soluciones liposomales y complejos de algas con mucho yodo podrían alterar el funcionamiento de la glándula tiroides.
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